
DEPARTAMENTO DE PASTORAL
Queridos alumnos:
Las semanas van abriendo paso a la nueva toma de contacto con la vida de siempre. Esta semana, por fin hemos podido ver a nuestros familiares -abuelos, madres, sobrinos…- que han esperado durante tres largos meses el abrazo necesario.
Por mi parte, al llegar a la tierra de Monóvar -patria de Azorín-, el reencuentro con la familia política fue más emotivo de lo esperado. La enfermedad de Alzheimer ha enterrado en un surco profundo los últimos recuerdos de la madre de mi mujer. Su marido, un buen hombre, ¡nada menos!, acompaña el día a día de aquella mujer a la que sigue amando. “En la salud y en la enfermedad”, me dice sonriendo, haciéndose fuerte en la promesa de amor que un día le hiciera a su joven esposa ante el altar de Dios.
La verdad, la vida es dura en ocasiones, pero no por ello está falta de belleza. Basta con aprender a mirar, y he aquí que mi suegro se sienta en la terraza señala un pájaro y me dice: “Mira, un pajarillo, una criatura de Dios”.
Me maravilla la limpieza en la mirada de ese hombre bueno, que sabe leer el “libro del amor de Dios” escrito en la naturaleza. No puedo dejar de recordar las palabras de Jesucristo: “El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo, y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando crece, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas” (Mt 13, 31-43).